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Las mejores tapas de patatas bravas de Almería

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(En honor al día Mundial de la Tapa, recuperamos este artículo de Curro Lucas, a petición de un gran número de seguidores piratas, y solo para vuestro deleite, tomad nota..)

Hay una serie de tapas que se repiten en la práctica totalidad de los bares de tapas de Almería. Por ejemplo: carne con tomate, lomo, pincho moruno, jibia, hamburguesa, o patatas bravas. Mi grupo de amigos de toda la vida siempre las ha considerado como tapas ‘baremo’. Son esas sencillas, de materia prima barata, fáciles de ejecutar y de rotación alta. Les sirven para medir la calidad de partida de un bar. Si alguna de estas tapas falla, seguramente falle (casi) todo lo demás.

Son también el tipo de tapas con las que me pillo los mayores cabreos cuando salgo a tapear. Carnes de mala calidad o demasiado hechas, aliños impersonales, pescados congelados, pan de chicle o salsas de tomate de bote. Cada vez pido menos esas tapas ‘baremo’ porque acabo indignado por la bajada de calidad de muchos bares de Almería (esto que digo es muy antialmeriense, pero es así de cierto, amigos)

Últimamente, que trato de reducir mi consumo de carne, pido más bravas que nunca. No soy muy aficionado a esta tapa, precisamente por las infames bravas que sirven en la mayoría de bares. Por eso quiero compartir con los lectores de Weeky esta lista de bravas, que si no son las mejores de la capital, por lo menos son bastante originales.

Las bravas del Bonillo

No podían faltar en esta selección. Las bravas del Bonillo son las ‘culpables’ de que yo me tomara mi primera cerveza a una edad inconfesable. Las picantes, picantes, fueron mi tapa de cabecera durante muchos años. Además era un show el camarero de toda la vida (Gregorio, ya jubilado) con sus chistes tipo “pasen a la terraza” con el que hacía pasar a los incautos novatos al baño, o el “cómo llueve fuera” con el que hacía girar la cabeza a medio bar hasta los días más soleados. Joaquín sigue en la cocina preparando las bravas como siempre, sencillas y al gusto del cliente: normales, moderadas o 16 válvulas. De allí también recuerdo con cariño la tapa de champiñones. Un imprescindible de Almería al que conviene llegar temprano. Ubicado en la calle Granada, cerca de su desembocadura en Plaza San Sebastián.

Bravas bonillo

Las bravas del Safari

Varios amigos me habían dicho que las patatas bravas del Café Bar Safari eran de sobresaliente. Hace unos días fui a comprobarlo y tenían razón. Patatas elaboradas a la perfección, crujientes por fuera y tiernas por dentro, con una salsa casera sabrosa y en su punto justo de picante y sal. Además es una tapa de tamaño generoso. La única pega es que solo las elaboran los viernes noche y los sábados todo el día. Este bar está ubicado en un rincón escondido de la calle Emilio Viciana Góngora, una perpendicular a la Avenida Mediterráneo a la altura del barrio de Regiones.

Bravas Safari

Tarde de Toros, en Casa Manuel

En Casa Manuel, la nueva tapa de bravas se llama ‘Tarde de toros’. Nombre muy adecuado para un bar de aromas andaluces como este, pero que además tiene todo el sentido cuando la tienes ante tus ojos. La patata cortada en forma cilíndrica recuerda a una plaza de toros sobre la que flota una nube blanca de alioli. Como está hueca por dentro (al estilo del chef Sergi Arola) al cortarla se derrama sobre el plato la salsa brava evocando la sangre del toro. El conjunto está coronado con una peineta de jamón. Además está bien rica. Ubicado en la calle Canónigo Molina Alonso.

bravas casa manuel mix

La receta robada de Azul Cereza

Nunca una receta ‘robada’ dio tanto juego. Las Patatas Bravas a lo Pedro de Burgos no son unas bravas al uso. Para empezar no llevan nada de tomate ni (apenas) picante. Destacan por su sabor ahumado. Conté hace meses todos los detalles de la historia de esta tapa robada en este post. Azul Cereza está en el Paseo Marítimo a la altura de la Plaza de los Carabineros. Tiene horarios muy particulares. En primavera y otoño abre solo fines de semana, en verano a diario y en invierno cierra sus puertas.

Bravas Pedro de Burgos Azul Cereza

Las bravas Meyer de La Mala

Con estas bravas tengo una relación especial. Hace un par de años, cuando escribí mi primera reseña sobre el bar La Mala titulada ‘La Mala rompe huevos’, tuve la ocurrencia de que deberían rebautizarlas como bravas Meyer. En aquellos inicios del bar se respiraba un matriarcado al estilo de las películas de Russ Meyer del que todavía queda algo y la tapas de bravas evocaba (a los que tenemos la mente sucia sucia) unas glándulas mamarias. El nuevo dueño del bar ha cogido el testigo de aquella loca propuesta y ya aparecen rebautizada como tal en su carta de tapas. ¡Rocanrol!

Patatas bravas - La Mala

Patatas bravas – La Mala

Las bravas de La Tasquilla

Quizás sean las que menos me entusiasman de esta lista. Pero están bien preparadas, bien presentadas (en gajos pinchados en un palo) y las dos salsas que acompañan las patatas son correctas. Me gusta especialmente el detalle de las escamas de sal negra y que dejen la piel en las patatas. En la misma calle que Casa Manuel, Canónigo Molina Alonso, en la acera de enfrente.

Bravas La Tasquilla

Las patatas de pueblo del Bar Lubrín

No es una tapa de bravas, pero las Patatas de Pueblo del Lubrín son únicas y tenían que estar en un listado de tapas donde la patata es tan protagonista. Además se ubica también en Canónigo Molina Alonso (esquina con Rafael Alberti) por lo que te pilla de paso si vas a probar las de La Tasquilla y Casa Manuel.

Patatas de pueblo Lubrín

Que me perdonen los talibanes de las bravas si he olvidado sus favoritas en este listado, que no tiene intención de sentar cátedra. Es más, está abierto a las aportaciones de los lectores.

¿Y tú?, ¿Qué otras tapas de bravas recomiendas?

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Sobre el autor

Es encargado de dirigir las cocinas de este galeón. De toda la tripulación, es el pirata con el sentido del gusto y del olfato más desarrollado. No hay barco pirata que surque los mares del norte y del sur que tenga mejores menús que los nuestros. Los regentes de las tabernas y mesones que frecuentamos, lo conocen tan bien como él a ellos, por eso, no pisamos un bar sin su consentimiento. Y después de tantas millas de navegación, sus descubrimientos gastronómicos aún siguen sorprendiendo nuestro paladar.