Si nos acercamos al desierto por autovía A-92 nos encontramos un espectacular paisaje como si de un ajedrez de tratara, con Sierra Alhamilla de reina, peña Alfaro de alfil y una sucesión de peones que son cárcavas, ramblas y barrancos que nos iremos encontrando a diestro y siniestro. Al amanecer y al atardecer, el desierto regala toda una gama de claroscuros sobrecogedores cuya plasticidad parece casi irreal y que si amamos el senderismo, esta es nuestra recomendación.
Dinosaurios de piedra
El desierto es un espejismo pues parece un lugar sin vida pero veremos que la vida está en todos sus rincones: la real y la evocada. Para ello, podemos optar por dos rutas que se realizan partiendo de la estación de servicio Alfaro. Hay que bajar por la vía de servicio en dirección sur hacia la Rambla del Cautivo donde, pasado un kilómetro y medio pasaremos por el puente que le da nombre, y girarnos a la derecha para ir hacia la rambla del Otero, un auténtico escenario natural de películas del oeste y donde las cárcavas modelan un paisaje asombroso, con estratos verticales que la erosión los hace aparentar como el espinazo de un fantástico dinosaurio. A lo lejos, divisaremos un enorme árbol seco. Apuestas: ¿será de verdad? ¿será un decorado? Si nos acercamos lo sabremos.
El latido del desierto
Otra ruta podemos realizarla pasando por debajo del puente del Cautivo y tomar la rambla de Tabernas que nos llevará por un cauce donde es habitual que discurra un agua salobre, debido a la gran cantidad de yesos y una abundante vegetación adaptada compuesta principalmente por carrizos, eneas, tarays, adelfas y cañaverales. Pasaremos por un oásis con sus palmeras y todo,, que se construyó para Lawrence de Arabia y pasando por el puente de los Callejones divisaremos otro de los poblados míticos, el Western Leone.
