Esta ruta es de esas para poner a prueba a los piratas más audaces porque no se pone fácil su acceso pero a cambio, propone una maravillosa jornada de sorpresas. Fundamental es encontrar la forma de que alguien nos deje en su inicio, en la estación abandonada de la Fuentesanta y a partir de ahí, que nos recojan en el cruce de la autovía con Tabernas. Valen familiares o buenos amigos que se presten a ello y que podremos compensar en futuras dádivas. Otra alternativa es formar un grupo, ir en tren y pedir la parada a Renfe, que lo hace previo aviso.
Estación fantasma
El encanto de una estación abandonada es especial y más, si la localidad más cercana dista una buena pila de kilómetros. Fuentesanta es una minúscula pedanía de Gérgal, que tiene sus aguas de propiedades curativas y a donde se accede por la rambla que tomaremos desde la pedanía de Alcubillas Altas. Subir a la estación es casi escalar pues un camino de tierra, nos predice ya la aventura.
Desde la estación, que resiste en pie el abandono y el vandalismo, debemos cruzar las vías con cuidado (hay pocos trenes pero los que hay son traicioneros) En donde estaban las antiguas aguadas parte un caminito que utilizado antiguamente para llevar el yeso a la estación de minas abandonadas en el desierto lo cruza entre cárcavas y laderas escarpadas que nos mete rápidamente dentro de una auténtica peli del oeste.
Barranco del infierno
El sendero cruza un camino con nombre estremecedor y es que el desierto es un espejismo pues dentro de su desolación, encierra una belleza paisajística espectacular, sobre todo si nos pilla esos atardeceres ardientes. El camino que señalamos debe llevarnos a la autovía, después de una jornada de caminar (entre paradas no menos de cuatro horas), de mirar y de imbuirnos en la magia de nuestro desierto único en Europa.
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