Lakshmi, un indio correcto con grandes vistas

La cocina de la India es tan variada como su geografía cambiante, su más de mil millones de habitantes, sus miles de kilómetros de costa, así como su diversidad cultural y religiosa, que incluye más de un centenar de dialectos y dos mil dioses diferentes.

La gastronomía hindú está marcada por esa amplísima diversidad que en el plato se ve reflejada en un abanico cromático y aromático casi infinito, en el que reinan las mezclas de especias (masalas). Desde el norte, donde predominan carnes (currys, tikkas, koftas…) hasta el sur, donde la comida es eminentemente vegetariana, picante y vistosa.

Todo el que se acerca con curiosidad a la cocina de la India, se enamora perdidamente de ella. En la provincia de Almería estamos faltos de restaurantes indios y hay antecedentes que no llegaron nunca a cuajar como negocio. Es normal que los primeros se hayan establecido con garantías lo hayan hecho en lugares con asentamientos de ciudadanos ingleses, más aficionados al recetario de su excolonia que los andaluces.

Uno de esos ejemplos es el restaurante Lakshmi, que abrió sus puertas en abril de 2014 en el Pozo de los Frailes en lo alto de una casa donde lo último que esperas encontrar es un negocio de comidas. Empecé a recibir comentarios positivos del Lakshmi a principios del pasado verano. Desde entonces he estado una vez en agosto, y dos este invierno.

Como aficionado a la comida india no puedo compartir ese entusiasmo generalizado por el Lakshmi pero no quiero que se me malinterprete. Lo recomiendo y voy a seguir yendo, pero he estado en restaurantes indios (en Reino Unido fundamentalmente) que han conseguido emocionarme con sus propuestas caseras ejecutadas a la perfección.

Los platos de comida de Lakshmi son correctos, sin pretensiones y tienen una muy buena relación calidad precio. La bebida está algo subida de precio y encarece la experiencia. Lo mejor del local son las vistas. Desde la altura de su terraza se domina toda la costanera de San José y las montañas que la rodean.

Los bhaji de cebolla, las samosas o las pakoras de verduras son manifiestamente mejorables. Los panes (naans y pappadums) se intuyen industriales. Fantásticos el mango chutney, la raita de yogur y pepino, así como la sopa de lentejas (lo mejor que he probado allí). También destacan los platos principales (carne), especialmente los de pollo. Las salsas, en general, están a la altura. En su carta puedes elegir entre varios tipos de carne y combinar libremente con algunas de sus salsas.

El servicio es extremadamente atento y servicial. Desbordan amabilidad en todo momento y se les disculpa la lentitud con la que sirven cuando el restaurante está lleno. El sitio también se presta a no desesperar con las prisas.

Aunque no es una gran cerveza, no pierdas la oportunidad de probar la Cobra, la marca india más conocida fuera de sus fronteras. Es una cerveza ligera y algo seca que ayuda a realzar platos de curry y los sabores picantes de algunas recetas indias.

El ticket medio del Lakshmi ronda los 20 euros por persona. Los mejores momentos de su terraza tienen que ser en primavera y otoño, además de las noches de verano.