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Indalotes, el souvenir dulce

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La semana pasada hablamos de la reciente búsqueda de la pastelería Capri del dulce con más identidad almeriense. Pero por otro lado, una pastelería de Roquetas de Mar elabora desde hace año y medio un producto que aspira a convertirse precisamente en eso, un símbolo de Almería similar a los piononos granadinos.

Naranjas del Andarax y almendras de La Alpujarra son los ingredientes principales de los Indalotes, un dulce elaborado en el obrador de la pastelería Cruz y García. Es el resultado de varios intentos de buscar un dulce 100% típico de Almería, un hueco vacío que pretenden cubrir desde esta pastelería artesanal que lleva abierta en el municipio desde 1982. Al final optaron por darle forma de Indalo, un símbolo almeriense universal, y por el uso de ingredientes de la tierra con mucha tradición en la repostería de la provincia. Comercializan dos variedades: naranja y chocolate.

Además, como se plateaba un dulce que pudiera hacer las veces de souvenir para los turistas, tiene tres características que lo hacen perfecto para regalo: tiene una vida útil larga, no necesita frío y se vende en pequeñas cajas pensadas para que no incomoden en desplazamientos en avión, tren o autobús.

También destacan entre sus propuestas dulces las ‘Lagrimicas de Santa Ana’, un merengue suave elaborado como homenaje al roquetero Castillo de Santa Ana. Las preparan en cuatro variedades con sabores a naranja, coco, almendras y chocolate.

Ambos productos se pueden encontrar en los tres locales que Cruz y García tienen repartidos entre Roquetas de Mar y Aguadulce, pero también en pequeñas tiendas de comestibles de Almería capital y poblaciones turísticas como Mojácar, San José, Las Negras, o Rodalquilar. Ya están en la estación intermodal de Almería y negocian con el Aeropuerto para vender indalotes en sus instalaciones.

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Sobre el autor

Es encargado de dirigir las cocinas de este galeón. De toda la tripulación, es el pirata con el sentido del gusto y del olfato más desarrollado. No hay barco pirata que surque los mares del norte y del sur que tenga mejores menús que los nuestros. Los regentes de las tabernas y mesones que frecuentamos, lo conocen tan bien como él a ellos, por eso, no pisamos un bar sin su consentimiento. Y después de tantas millas de navegación, sus descubrimientos gastronómicos aún siguen sorprendiendo nuestro paladar.

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