Tesoros escondidos, hadas, historias de bandidos, pueblos abandonados… todo esto nos espera en uno de los senderos más interesantes de toda la provincia que comunica Ocaña, una de las poblaciones que integran Las Tres Villas y el paraje de Santillana, en el corazón del Parque Natural de Sierra Nevada. Un sendero que todo buen pirata que se aprecie, tendrá siempre en su corazón pues pocos hay que dispongan de esta literatura tan fantástica.
Santillana
Las Tres Villas, un municipio que en los años setenta logró aunar tres pequeños pueblos a cada cual más pintoresco: Doña María, Escúllar y Ocaña. Es desde aquí donde parte un sendero que tiene forma de rambla y que va subiendo hasta una antigua población, Santillana, hoy abandonada pero que conserva aún sus edificaciones de piedra y barro sin revestir y sus tejados de pizarra.
Este sendero fue utilizado antaño tuvo mucho trasiego gracias al transporte de mercancías de un lado a otro de la sierra, ya que el camino por el Puerto de Santillana solía estar apto para su paso cuando el resto de puerto estaba cerrado por la nieve. Además, por este sendero también se efectuó todo el trasiego del mercado negro con especial intensidad en los años de la posguerra gracias al estraperlo. La uva fue la gran protagonista de ese paso de mercancías, transportándose la uva del “barco” al igual que el cable del mineral de las minas de Beires, que transitaba por este camino hasta la estación ferroviaria de Doña María.
El peñón embrujado
Al poco de salir de Ocaña camino de Santillana, un risco nos llamará la atención pues parece colocado como por piezas. Es el peñón de la Encantá, de material metamórfico que ha sido modelado por la acción erosiva de los distintos agentes naturales y que le dan un aire encantado si subimos a él y entramos en su pequeña hoquedad que resulta un maravilloso mirador de esta rambla de Santillana hacia el valle del Nacimiento.
La leyenda dice que una guapa joven de cabellos dorados cantaba desde su interior unas melodías que hipnotizaban a los arrieros que transitaban por allí, llegando a perder la cabeza. Leyenda o no, nada mejor que comprobarla caminando por este original sendero.
Localización: Las tres Villas