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Cuevas del Almanzora: Intrigas de palacio

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Cuevas del Almanzora vivió su renacimiento en la mitad del siglo XIX, teniendo mucha culpa los filones de mineral de plata encontradas en su sierra de Almagrera.

De un pueblo de casitas arracimadas de aires moriscos se pasó a un pueblo con palacios señoriales que distinguían a los que habían hecho fortuna con la minería. Y nada mejor que darse una vuelta por sus calles, para reconocerlos como testigos de una etapa histórica. Esta guía pirata te enseñará a localizarlos, y de paso, a aprender un poco de historia. A por ellos!

Palacio-Cuevas-de-Almanzora

Cuevas de Almanzora

El califato de Calguerín
Podemos iniciar la ruta en el parque del Recreo la avenida de Barcelona, y para tomar fuerzas degustar unos churros en su kiosco-remolque o bien, subir hacia la calle Rambla y pararnos en la panadería (no verás ningún letrero fuera pero dado el aroma, la verdad que no le hace falta anunciarlo) a probar unos roscos de anís. Hecho esto, en esta calle que sube hacia la plaza de la iglesia de la Encarnación, nos toparemos con una bonita fachada de aires moriscos, que fue casa del poeta cuevano por excelencia, José María Álvarez de Sotomayor. Un personaje de la cultura que llegó a crear un ficticio califato, el Calguerín, con bandera, gobierno y ¡hasta embajadores!

iglesia-de-la-Encarnación,Cuevas-de-Almanzora

Iglesia de la Encarnación

Palacios de plata
En esa misma calle, distinguiremos los palacios que surgieron en la primera mitad del siglo XIX con la explotación minera por las puertas de embocadura de mármol, y sus ménsulas soportando el balcón principal. Algunas de ellas de grandes dimensiones, pues eran entradas de caballerías.

palacio Cuevas del Almanzora

Cuevas del Almanzora

Sin otros adornos, les diferencia de los palacetes levantados el la segunda mitad del siglo XIX, coincidiendo con el descubrimiento de las vetas de plata de Almagrera. Así, llegamos a la plaza donde se encuentra el palacio de Los Figueras, de dos plantas y una más que llaman falsa, y es una muestra de un palacio modernista, con una impagable escalinata y pinturas en las paredes al temple. Además, acoge el museo del poeta Álvarez de Sotomayor y muy recomendable la historia de su vida que nos cuenta allí el cronista Ignacio López Mulero.

palacio modernista Cuevas del Almanzora

Cuevas del Almanzora

La llegada del nuevo filón de plata de Herrerías cambió las fachadas palaciegas y se adornaban de motivos florales, sin abandonar las embocaduras de mármol como seña distintiva. En la plaza de la Iglesia, veremos un llamativo palacio cubierto de azulejos de colores y en la calle del Pilar, se encuentran varios ejemplos de estos palacios modernistas, con rejería en bucle y adornos además de fachadas de color.

balcones Cuevas de Almanzora

Cuevas de Almanzora

Un señor palacio
Desde esta calle podemos subir hacia la plaza de la Constitución donde se encuentra el ayuntamiento, tanto la sede vieja, con su reloj característico, como la nueva, que ocupa el palacio de Torcuarto Muñoz Soler. Un edificio señorial donde no hay que perderse su entrada, con su escalera de mármol, la balconada interior y los detalles como los óleos del pintor Giulianni.

pintura de Giulianni en Cuevas de Almanzora

Giulianni

Castillo, palacio y museo
Terminamos la visita en el castillo subiendo la calle desde el ayuntamiento, en donde su patio de armas es también un auditorio y donde está el palacio de los Marqueses de los Vélez, con encontraremos exposiciones temporales en su interior y el museo Antonio Manuel Campoy, con una de las colecciones de pintura y escultura contemporáneas más importantes de Andalucía. La jornada nos habrá abierto el apetito y nada mejor que probar las tapas del China, en frente del castillo palacio.

Castillo en Cuevas del Almanzora

Cuevas del Almanzora

…y la playa
Ir a Cuevas y no visitar Villaricos podía ser hasta motivo de sanción. Para evitarnos el escarnio, merece la pena hacer los diez kilómetros que la separan del pueblo y disfrutar sus calas siguiendo este enlace pirata

Localización: Cuevas del Almanzora

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Sobre el autor

Es el oteador de este galeón pirata. Catalejo en mano, nada más llegar a puerto, se adentra en terreno desconocido para descubrirnos enclaves espectaculares cuya existencia es ignorada, incluso, por los propios lugareños. Tiene el don de retratar en forma de dibujos aquello que ven sus ojos y que otros ni imaginan. Ahora bien, le pierden las fiestas populares y si coinciden con alguna de sus expediciones, su regreso puede durar días.