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La Cala, la cerveza de la ilusión

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“Hacer cerveza es fácil. Hacer una buena cerveza es difícil”. Es una frase que con frecuencia repite José Luis Hernández, que con solo 24 años es ya todo un maestro cervecero autodidacta. Después de un tiempo enfrentándose al paro, la crisis y la desilusión, este joven almeriense cogió las riendas de sus destino y comenzó a trabajar en algo que le motivaba: fabricar cerveza artesanal. Desde sus primeros pasos emprendedores contó con el apoyo absoluto de su padre, quien sigue al pie del cañón.

Comenzó fabricando pequeñas cantidades de cerveza en el ático familiar. Después de ver la respuesta de amigos y conocidos a las primeras cervezas producidas en poco tiempo se animaron a montar un microcervecería en su casa de Laujar, de la que salen las primeras cervezas La Cala en enero de 2014.

Aseguran tener varias ideas innovadoras en la cabeza para futuras variedades de cerveza, pero de momento estas son las cinco que elaboran:

  • Cerveza APA. Arrecife de las Sirenas. 6%
  • Cerveza Doble. Cala Príncipe. 7,5%
  • Cerveza Triple. Cala Mónsul, 8,5%
  • Cerveza La Cala de trigo 5,5%
  • Cerveza IPA (Indian Pale Ale) 9,5%

Esta última es la novedad de la firma que se presenta en un formato de ¾ de litro que pretende convertirse en una referencia en restaurantes como sustituto de la botella de vino para compartir. Para José Luis Hernández es una cerveza que “reúne lo mejor de las otras cuatro” y “no se percibe tan alcohólica como es”

Pueden llegar a producir unos 2400 litros de cerveza al mes, pero realizan parones periódicos a la espera de dar salida al stock. Por el momento venden casi exclusivamente en Almería, pero empiezan a abrir mercado en otros lugares de España como Málaga y Madrid.

Cerveza La Cala
Calle Tintes, S/N
04470 Laujar de Andarax

Cerveza La Cala - fabrica

Fotos: La Cala.

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Sobre el autor

Es encargado de dirigir las cocinas de este galeón. De toda la tripulación, es el pirata con el sentido del gusto y del olfato más desarrollado. No hay barco pirata que surque los mares del norte y del sur que tenga mejores menús que los nuestros. Los regentes de las tabernas y mesones que frecuentamos, lo conocen tan bien como él a ellos, por eso, no pisamos un bar sin su consentimiento. Y después de tantas millas de navegación, sus descubrimientos gastronómicos aún siguen sorprendiendo nuestro paladar.