NOCHE DE CLUEDO almeria

La Taberna de Domi, el éxito de la sencillez

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Llevan casi cinco años abiertos y las claves de su éxito siguen siendo las mismas que el primer día: Pescado fresco y buena plancha. La Taberna de Domi es un local diminuto ubicado frente al Palmeral, en el barrio de El Zapillo, que se llena con rapidez y facilidad. Conviene llegar temprano porque es un bar de esos de parroquia fija y fiel.

Si estoy por la zona sin duda es una de mis principales apuestas si me apetece tapear pescado fresco. Prefiero el pescado a la plancha, pero los fritos suelen mantener el tipo en esta modesta barra. De plancha me quedo con los rubios, la caballa, el atún, la jibia o sus huevas. El gallopedro, el bacalao y la pota son mis opciones cuando apunto a la freidora.

Conviene asomarse a la vitrina de pescados y ver qué tienen para raciones. Es fácil encontrar gambas, chirlas, chopitos, chipirones o pescados secos, entre otros. Si tienes suerte podrás probar algo de pulpo seco y, en temporada, galanes. Si una ración es demasiado quizás puedas probar algunos platos por piezas, como por ejemplo cigalas, armaos e incluso galanes.

No he explorado demasiado la lista de tapas de cocina, las de carne y los chéricas, pero lo poquito que he probado no acaba de convencerme. En cualquier caso, los que repudian el pescado podrán optar por variadas opciones de las pizarras de tapas.

El aforo del local no debe superar las 25 o 30 personas, pero en la acera tienen varias mesitas que pueden ser una buena opción los días sin viento. El servicio es atento y ágil. El alcalde de Almería se deja caer por esta barra con relativa frecuencia. Que no te extrañe encontrarlo cualquier noche.

La Taberna de Domi
Avenida Cabo de Gata nº 179
950 08 94 38
Almería
Cierra los lunes
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Sobre el autor

Es encargado de dirigir las cocinas de este galeón. De toda la tripulación, es el pirata con el sentido del gusto y del olfato más desarrollado. No hay barco pirata que surque los mares del norte y del sur que tenga mejores menús que los nuestros. Los regentes de las tabernas y mesones que frecuentamos, lo conocen tan bien como él a ellos, por eso, no pisamos un bar sin su consentimiento. Y después de tantas millas de navegación, sus descubrimientos gastronómicos aún siguen sorprendiendo nuestro paladar.