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El origen del chérica, la tapa más emblemática de Almería

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Con frecuencia lo encontrarás escrito como chérigan, pero originalmente se escribía chérica. Con el paso del tiempo se ha ido perdiendo su ortografía original posiblemente porque pocos hosteleros actuales se han preocupado por conocer la historia de esta tapa.

El chérica es sin duda la tapa más emblemática de Almería. Aunque en nuestra provincia se extiende por multitud de bares no la encontrarás fuera de nuestros límites provinciales. Uno se da cuenta de eso cuando tapea con algún amigo ‘extranjero’ de visita por la ciudad. Todos preguntan qué es eso del Chérigan.

Básicamente se trata de una rebanada de pan fina (con frecuencia aplastada) y alargada pasada por la tostadora, untada con una capa de alioli y coronada por jamón cocido, atún, anchoas, ahumados, embutidos y casi cualquier cosa que imagine la cabeza del cocinero de turno.

Hoy día se bautiza con este nombre prácticamente cualquier tapa que tenga como base un trozo de pan tostado. Pero el origen del chérica se remonta a la década de los años 50. Fue una audacia del Parrilla Colón, que abrió como bar de tapas a las espaldas del popular Café Colón, su hermano mayor. Aunque aquel Parrilla Colón cerró en 1973, su legado permanece en el Parrilla Pasaje y en el nuevo Café Colón. Allí se pueden probar los tres chéricas originales: jamón york, atún o anchoas.

El nombre de la tapa parece ser que viene del apodo del encargado del Parrilla Colón de aquel entonces, a quien llamaban El Sheriff por sus dotes de mando. La particular pronunciación almeriense transformó sheriff en una tapa de “cheri de la casa” que, por abreviar, terminó en chérica. Así lo cuenta el veterano gastrónomo Antonio Zapata en diversos artículos periodísticos y en alguno de sus libros.

Retomando el espíritu del original lo puedes encontrar bien escrito en Taberna Nuestra Tierra. ¿Y tú, conoces algún otro lugar donde se siga llamando chérica a la tapa estrella de Almería?

Foto: Curro Lucas

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Sobre el autor

Es encargado de dirigir las cocinas de este galeón. De toda la tripulación, es el pirata con el sentido del gusto y del olfato más desarrollado. No hay barco pirata que surque los mares del norte y del sur que tenga mejores menús que los nuestros. Los regentes de las tabernas y mesones que frecuentamos, lo conocen tan bien como él a ellos, por eso, no pisamos un bar sin su consentimiento. Y después de tantas millas de navegación, sus descubrimientos gastronómicos aún siguen sorprendiendo nuestro paladar.