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Alcolea, olivos de altura

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A la hora de presumir de aceites, existe una falta de acuerdo en los pueblos de la Alpujarra (y casi se puede decir del resto de Almería), pues a cada uno le gusta el suyo como pasa con las morcillas, los roscos , los mostos y un sinfín de delicias gastronómicas. Pero si compiten en tener los olivos más altos, Alcolea gana de manera clara.

Alcolea, Almería

Los más altos
El olivo, que imaginamos frondoso pero no muy alto, en esta villa ofrece su talla NBA, gracias a sus centenarias raíces y el modo de colocarlos en bancales. Acercarnos a este recoleto pueblo que linda con Granada y que se encuentra a 69 kilómetros de la capital almeriense nos lleva a otros tiempos y otros sabores. Su almazara presume de molturar unos aceites que tienen un origen morisco, pues muchos olivos fueron plantados por ellos antes de su diáspora, y parecen contarnos mil y una historias cada vez que paladeamos una tostada de pan recién hecho untada en este mágico liquido oleoso.

Olivos Alcolea Almería

Alcolea

Placer de andar
Alcolea, olvidado su pasado de ardor guerrero en el levantamiento morisco, es ahora un plácido pueblecito que destacan sus casitas blancas rodeadas del verde y el ocre de sus bancales. Un espacio para percibir la naturaleza, encontrarnos con el silencio y descubrir un refugio para olvidarnos de nuestro pesado vecino diario: el estrés. Para los más andarines, una ruta circular nos lleva a abrazar los ancianos troncos de los olivos desde la iglesia parroquial para dirigirnos por los parajes de la Angostura, los Canales y el Rincón. Para reponer fuerzas, nada mejor que parar en Sol y Luna y dejar que nos sorprenda su cocina pidiendo, eso sí, una tostada de aceite para empezar.

Iglesia Alcolea-Almería

Restaurante Sol y Luna
950512171

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Sobre el autor

No hay cantina de ningún puerto donde este pirata no haya fondeado. Gran experto en la navegación nocturna, tiene una visión prodigiosa para avistar garitos en los que poder echar unos buenos tragos de ron. Su instinto innato para la fiesta nos lleva a los lugares más insólitos. Disfruta tanto de la noche como del día y cuando los primeros rayos de sol entran por los camarotes, este pirata se pone sus mejores galas para pasear por museos, librerías, exposiciones y salas de arte.