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Tahal: refugio de las encinas

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En la ladera sur de los Filabres, conforme subimos hacia Macael, encontramos pueblos encaramados en lugares estratégicos como la solana donde reside Tahal, a menos de una hora de Almería.

Qué ver
Desde su punto más alto, el collado García podremos divisar la cuenca del Almanzora hasta el Campo de Tabernas y Sierra Alhamilla. Además, Tahal tiene la suerte de conservar las encinas autóctonas de los Filabres, las que fueron un manto tupido y que el hacha del hombre fue menguando hasta quedar en casi una reliquia. Los chaparros, como los llaman por esta tierra, tienen ese porte del que conserva el orgullo de resistir. Para verlos de cerca, podemos realizar una senda circular, la PR-A-121 que nos lleva por los cerros que la rodean como el de la Atalaya y el Mortero.

Callejear
Al llegar a Tahal, lo que nos llama la atención es su torre, que fue fortaleza musulmana y luego sobre sus ruinas, edificada como torre defensiva en el siglo XVI. Por el pueblo podremos pasear y callejear a veces por empinadas cuestas otras por zonas donde el campo nos saluda de una manera natural como es el caño de Tahal, una fuente manantial del siglo XVIII a la que llegaremos pasando por la calle que baja paralela al colegio y dejando atrás el área recreativa y la piscina.

Tahal, Almería

Tahal, Almería

Dónde comer
Si la jornada nos ha gustado, nada mejor que cerrarla con una buena comida. El pueblo dispone de una oferta lo suficientemente interesante como para repetir. Ya sea a la salida del pueblo, el clásico casa Rubira, con sus filetes rebosantes o en el más moderno, en el pueblo, la Casona del Cid.

Dónde dormir
La experiencia de pasar un fin de semana en pleno entorno rural es algo muy aconsejable. Alojamientos como el Cortijo Marjuelo y el Cortijo Juan Muñoz son dos opciones recomendables.

Localización: Tahal, Almería

Restaurante Rubira
Entrada a Tahal desde la carretera a Macael
950434811
La Casona del Cid
c/ Castillo, 11
950 43 48 63 950434863
Cortijo Marjuelo
639 647 997
Cortijo Juan Muñoz
676 620 696

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Sobre el autor

Es el oteador de este galeón pirata. Catalejo en mano, nada más llegar a puerto, se adentra en terreno desconocido para descubrirnos enclaves espectaculares cuya existencia es ignorada, incluso, por los propios lugareños. Tiene el don de retratar en forma de dibujos aquello que ven sus ojos y que otros ni imaginan. Ahora bien, le pierden las fiestas populares y si coinciden con alguna de sus expediciones, su regreso puede durar días.