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Navidades blancas en Almería

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El blanco y la navidad parece que van de la mano, mire usted!. Por ello, nada mejor que proponer esta weekyruta navideña donde el color albo será el protagonista de los destinos que proponemos. A la de una, a la de dos, a la de tres….

Nieve almeriense
Almería es que lo tiene todo. ¿Que lo que queremos es pisar la nieve y volver a ser niños lanzándonos en trineo? Pues vayamos a la estación de La Ragua, que ofrece el espacio ideal. Recomendable es llegar por la A-92 y subir por Alquife (previa parada en el empalme de Dólar a hacer acopio de roscos y dulces navideños). La estación dispone de un albergue con restaurante de menú diario y, a la vuelta, podemos bajar por Bayárcal en una jornada de montaña más que intensa. Para no darse la paliza, muy recomendable hacer noche en las casas rurales de la zona para disfrutar del silencio de la montaña como la Casa de Gloria.
vela blanca
Cabo de Gata blanco
Almería tiene la suerte de disponer de alta montaña y costa en un mismo territorio y a pocos kilómetros. Si queremos sorprendernos nada mejor que visitar Cabo de Gata en invierno pues es ahora cuando puede uno ver la grandiosidad de sus calas sin apreturas ni agobios veraniegos. Una ruta puede ser ir hacia las salinas, donde el blanco nos acompañará desde el camino asfaltado que parte del faro hasta llegar a las inmediaciones de Cala Rajá, con la imponente tobera de la Vela Blanca, cegando su blancura en contraste con las rocas volcánicas que la rodean. Para comer, nada mejor que haber reservado un buen arroz en la Fabriquilla.

Un Belén en los Filabres
Ahora en el invierno hay un encanto especial en los pequeños pueblos que esperan, casi escondidos, a ser descubiertos. Un ejemplo son los Filabres, en sitios como Tahal y esos pueblecitos que le cortejan, con nombres tan sonoros como Chercos, Alcudia de Monteagud, Benitagla y Benizalón. Desde la carretera, asemejan como belenes a tamaño natural, con casas de cal y pizarra, haciendo perfecta unión en las laderas filabrenses. Una vez allí, pasear y perdernos callejeando entre aromas de otros tiempos y tras ello, como recomendación, pasarse por el Rubira, a la entrada de Tahal, para probar unas sabrosas carnes a la brasa, al lado del calor de la leña del hogar.

Vélez Blanco
Claro, estamos con el blanco y es inevitable que proponer Vélez Blanco, pues, además del color, es en el invierno cuando ofrece un encanto especial. A la belleza cegadora de su caserío, Vélez-Blanco suma la de su emplazamiento, vigilando la entrada a la sierra norteña de María y es fácil que nos encontremos nieve y si no es así, el pueblo invita a descansar, entre sus inconfundibles olores a leña y pan recién hecho. Si quieres saber mas de sus encantos, no dudes en pinchar este enlace.

Calar Alto
Nuestro lugar más cerca de las estrella, Calar Alto suele ser el primero de la clase a la hora de recibir nevadas que, junto a los cúpulas majestuosas de sus observatorios astronómicos y los abetos que lo rodean hacen el lugar ideal para unas navidades blancas. Desde allí, podemos bajar hacia Serón y acercarnos a las Menas, otro de los sitos donde a la nieve le gusta visitar.

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Sobre el autor

Es el oteador de este galeón pirata. Catalejo en mano, nada más llegar a puerto, se adentra en terreno desconocido para descubrirnos enclaves espectaculares cuya existencia es ignorada, incluso, por los propios lugareños. Tiene el don de retratar en forma de dibujos aquello que ven sus ojos y que otros ni imaginan. Ahora bien, le pierden las fiestas populares y si coinciden con alguna de sus expediciones, su regreso puede durar días.