Dos pueblecitos que parecen esconderse del mundanal ruido y que invitan a un retiro sosegado al visitante y al pirata que quiera hacer un parón en sus ajetreadas travesías. Están en el inicio de nuestra Alpujarra y son Alicún y Huécija.
Alicún
Son de esos pueblos que hay que ir a propósito pues, al igual que su vecina Huécija son punto final de una carretera secundaria. Para llegar a Alicún una corte de frutales nos acompaña hasta la misma plaza, con sus castaños y lo que fue una fuente termal, lo que conocen como la balsa, que refleja la belleza discreta de su iglesia. Nada mejor que pararnos en el café La Balsa y probar la tranquilidad tomándonos una des sus patatas asadas o degustando sus exquisitas tartas de chocolate.
Huécija
Es el siguiente pueblo donde espera a los piratas sorprendentes y monumentales descubrimientos, como la torre de su convento de los Agustinos, que comienza a ser cilíndrica y acaba octogonal y es una de nuestras joyas del barroco, tan escaso por Almería. También si callejeamos nos topamos con una iglesia mudéjar como la de la Anunciación y, si somos curiosos, hasta con su rehabilitado lavadero.
Para los más andarines, se puede caminar a sus de áreas recreativas como la del Cerro de la ermita de Santa Cruz, con magníficas vistas del valle, el mirador de Garroferal y la zona recreativa de Alfarax.
Localización: Alicún / Huécija
Café La Balsa
c/ De la Fuente
Alicún
666 877 569
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