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Sierra Almagrera: playas, minas y bombas

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Hay sierras que aparecen como un museo callado, con sus cicatrices y heridas que delatan un pasado tumultuoso que contrasta con la quietud que ahora transmiten. La Sierra de Almagrera, entre Cuevas del Almanzora y Pulpí, es un ejemplo de esto: una sierra que tuvo un esplendor minero y que acogió a miles de mineros que en busca de un nuevo Eldorado, horadaron sus entrañas, rica en plomo, plata, zinc y cobre en las zonas de Barranco Jaroso y Barranco del Francés, así como niveles ferruginosos de hierro y plata próximos a la localidad de Herrerías. Ahora, podemos reconocer sus rastros y de paso apreciar una calas que son aún unas grandes desconocidas.

De Villaricos a Pozo del Esparto
Cuesta imaginar que esta pequeña sierra de piedras oscuras (micas en su mayoría, producto de un añejo vulcanismo) tuviera populosas barriadas como la del Barranco Jaroso con un aspecto que nada tenía que envidiar a los pueblos del salvaje oeste. Ahora, sus colinas y barrancos aparecen con las de su intensa actividad y son peligrosas pues muchas bocas de minas siguen abiertas.

CalaEl-Peñon-Cortado2Hasta Pozo del Esparto nos encontramos ante 17 kilómetros de calas y playas donde poder practicar deportes acuáticos o sencillamente, gozar de unas aguas cristalinas: muy familiares como la de Quitapellejos, en Palomares,(¡donde la bomba!), con todos los servicios de una playa urbana y un bosquecito de pinos como guinda; o agrestes como la del Peñón Cortado, a la que deberemos bajar por un estrecho sendero para llegar a esta cala paradisiaca. Pozo del Esparto, con sus casi dos kilómetros de arena, nos devuelve de nuevo las playas tranquilas y nos avisa de las bellas playas de San Juan de los Terreros.
Cala Conchas 2
Playa,trenes y minas
En la cala de las Conchas deberemos parar para apreciar los restos de un embarcadero de mineral que, si nos damos la vuelta, veremos los restos del plano inclinado por donde los vagones de mineral de un ferrocarril, que traspasaba la montaña, vertían sus contenidos. Subir por el mismo es un reto para atrevidos piratas. Si así lo hacemos, llegaremos a la cima y veremos el impresionante barranco Jaroso, núcleo neurálgico de la fiebre minera de principios del siglo XX.

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Sobre el autor

Es el oteador de este galeón pirata. Catalejo en mano, nada más llegar a puerto, se adentra en terreno desconocido para descubrirnos enclaves espectaculares cuya existencia es ignorada, incluso, por los propios lugareños. Tiene el don de retratar en forma de dibujos aquello que ven sus ojos y que otros ni imaginan. Ahora bien, le pierden las fiestas populares y si coinciden con alguna de sus expediciones, su regreso puede durar días.